“Yo fui educado por padres que eran analfabetos”
José Saramago
Una de las cosas que observo espontáneamente es el juego de
los niños, no debo ser el único, varios encontramos placer en ello, como si nos
remitiéramos a los buenos momentos de nuestra propia niñez tal como lo señala
el poema
de Mario Benedetti, donde caemos en la trampa de la “inocencia de la infancia”
perfeccionando o inventando nuestros propios recuerdos.
En mi trabajo con profesionales y técnicos de distintas instituciones
que trabajan con “discapacidad mental” siempre propicio que algo del juego se instale con los niños, no por caer en la trampa del “pedagogo” a la que se refiere
Benedetti sino como forma de trabajo para que alguien preso de un automatismo y
que decide no comunicarse, pueda esbozar un Otro para jugar, crear un espacio
intermedio que permita establecer un lazo social.
Si observamos a los niños nos daremos cuenta que
generalmente juegan a Ser, más allá del simple placer corporal. Es desde el
lugar de la identificación con Otro –real o fantaseado- que se construye el
deseo
de Ser del cual se desprende el deseo de aprender; por eso importa
a qué se juega. Un viejo psicoanalista argentino-francés – Juan David Nasio -
decía que siempre pregunta a sus consultantes sobre los juegos en la infancia,
ya que el relato de los avatares de las muñecas y los autitos servirá de
orientación para ubicar cuestiones tempranas con relación a los síntomas de la consulta
actual. La mayoría de los lectores seguramente
conocerá que en las pericias psicológicas por sospechas de abuso y maltrato, en
la labor del forense, son relevantes los juegos, escritos y dibujos de los
niños, en tanto indican sobre la relación que se establece con el Otro. No
hay juego sin Otro … aunque se juegue solo.
Las Ciencias Cognitivas disponen de algunos modelos
explicativos basados en distintas investigaciones donde se hace hincapié en el
aprendizaje, el cerebro y sus posibilidades de combinación y recombinación. Por
diversas razones han reducido el lugar del Otro al mínimo. Esto es muy
sencillo, hablar de “aprendizaje” es algo “esterilizado”, en cambio introducir
al Otro en el asunto deja de serlo en tanto se hace necesario hablar de
Educación, Cultura, Ideología, Hegemonía, Conflictos, Clasificación de
enfermedades, Intereses de los Laboratorios, Crítica al sistema socioeconómico.
Esto implica una clara elección ideológica acorde con la “religión americana”
del individuo y el Ego. La opción es reducir el aprendizaje a una especie de máquina
de Turing. La conocida historia de Víctor, el niño salvaje de
Aveyron es un claro ejemplo que refuta por si mismo algunos de
los postulados de este modelo.
Victor,
el niño salvaje
En el año 1800 en Francia se captura a un niño púber que vivía
en el bosque. Habría sido abandonado y logró sobrevivir sin contacto con ningún
Otro. No poseía lenguaje, no presentaba emociones, no podía distinguir objetos
humanos, el tacto era mecanizado sin cumplir funciones en favor de la
percepción, no poseía moral. Era un “niño salvaje”; su inteligencia era
utilizada excluisvamente para la satisfacción de las necesidades.
Lo que sabía tenía directa relación con la satisfacción de sus
necesidades de alimentación y no pudo articular un deseo de aprender cosas
nuevas. Es evidente que a ese cerebro si algo no le falto fueron la
multiplicidad de estímulos y la presión de necesidad para sobrevivir, pero esto
no quiere decir que el pasaje de la multiplicidad de sensaciones a sintetizarlas
en un “Yo” sea posible sin la figura de un Otro humano, lugar del lenguaje y
por ende, de la combinatoria.
Ustedes dirán ¿pero qué tiene que ver esto con los
scouts?... Bueno, en las Vallerianas se hace referencia a que (1) Lo que la
gente aprende depende de lo que ya sabe (2) La gente aprende por interés, por
el deseo de aprender (3) El aprendizaje es inspirador por la búsqueda de
significados y por la voluntad de crecer y aprender (4) El desarrollo de la
mente es espontáneo. Les pregunto ¿Y qué pasó con Víctor entonces?.
Si alguno de los lectores alguna vez ha estado en contacto
con los denominados retrasos mentales moderados o severos, deberá admitir que
es imposible que puedan sobrevivir desde niños en un bosque. Victor,
abandonado, no tuvo ninguna “escuela
tradicional” que le diga que aprender, de qué manera hacerlo y todas
esas cosas terribles que se hacen con lo que llamamos Educación que no es lo
mismo que aprendizaje. Su “cerebro” estaba libre del “virus” de los
educadores o dirigentes.
Philippe
Pinel dio por cerrado el caso como de Idiocia incurable
y Jean
Itard (médico y pedagogo) considerado pionero de la
Educación Especial, decidió trabajar con el niño para insertarlo a la sociedad.
¿Qué pasó con el niño y el pedagogo?
Itard construirá un programa basado en (1) la familiaridad
afectiva, por tanto el niño vivirá bajo cuidado de una tutora y un anciano
apostando a la construcción de un lazo social (2) La estimulación
sensorial y habilitación como base del desarrollo intelectual (3) la motivación
para el aprendizaje. El Educador se propone diseñar ejercicios que
apunten al desarrollo del niño, motiven nuevas demandas y por lo tanto den
lugar al deseo, que no es la satisfacción de la necesidad, sino algo que está
más allá y se constituye con relación al Otro. Demoras y ausencia, eso
incluirá el tratamiento pedagógico… porque no hay deseo sin vacío, sin falta,
sin tensión.
El niño desarrollará un lenguaje gestual y de señas. Primero
de forma gutural, luego fonemas, finalmente contará con algunas palabras de las
que hará uso para comunicarse en función de sus necesidades. Revertirán sus
movimientos automáticos y convulsivos que se describen. No logrará vivir en la
libertad del bosque, lo hará bajo cuidado de otros.
Si les interesa la historia de Victor podrán encontrar una
película que generalmente se usa en universidades para presentar el caso. También
podrán encontrar diversos escritos en la Web sobre los que señalaré dos cosas;
la primera de ellas es que cada teoría quiere leer el caso para llevar agua
para su propio molino, como cuando decimos que en BP encontramos tal o cual
teoría, y desde del punto de vista lógico es falaz. La segunda cuestión es la
crítica que se brinda al método educativo de Itard (que recuerdo, fue el
contexto del 1800) teorizando sus logros, hace hincapié en sus
errores, su posición como experimentador con un niño. Los profesionales y
estudiosos expertos señalan la falla sin reconocer que de no ser por Itard lo
que escriben no existiría y el niño salvaje hubiese vivido en el hospicio sin
que su historia llegara hasta nuestro tiempo. La crítica generalmente se centra
en el Educador como suele suceder, y los juicios que se establecen son
contrafácticos, imposibles de comprobar, por lo que directamente en lógica se
los considera falsos
El
lenguaje es el lugar del Otro de la combinatoria
Hace falta dos cosas para que un niño se desarrolle, la
primera es que otro lo reconozca y lo nombre; la segunda que el niño dé lugar a
ello. Si se rompe el lazo con el Otro no hay desarrollo, esto lo muestra
claramente otra historia pero más actual, la del español Marcos
Rodríguez Pantoja
Marcos hasta los 7 años vive con su madre y su padrastro,
siendo maltratado por ellos. Por la enorme pobreza en ese período de historia
española, es vendido al terrateniente para que vaya a cuidar cabras a lo más
profundo de las sierras de Córdoba, acompañando a un viejo pastor. Al principio
la relación era distante pero el pastor lo adopta encontrando en él la función
paterna que no tenía. Le enseña distintos tipos de trampas, como cazar y
“negociar” con los lobos. Marcos no quería irse de ese lugar, y cuando el
anciano muere decide quedarse. Queda
absolutamente solo y sobrevive durante 11 años hasta ser capturado por la
Guardia Civil española.
Si bien estaba dentro del lenguaje su aprendizaje se detuvo,
el habla es reemplazado por la imitación de sonidos animales. Al llevarlo
nuevamente a la civilización se establecieron distintas estrategias educativas
para que pueda recuperar la posibilidad de hablar y los hábitos de la cultura.
Su historia está reflejada en la película “Entrelobos”
que encontrarán en la Web, como así en los distintos informes de la BBC y entrevistas
en los medios. Gabriel Manila el antropólogo que trabajó con él dirá
que “Lo que ocurre es que Marcos no
cuenta lo que sucedió, sino lo que él cree que sucedió” señalándonos claramente como la
realidad no es un pasaje de “información externa” hacia el cerebro que la
elabora a la manera de un doble, el sujeto (expulsado por las Ciencias
Cognitivas) juega un papel central en la construcción de las identificaciones
que sellan ese vacío que se produce con relación al Otro,
propiciando
la construcción de una realidad psíquica que pone un velo a lo imposible…
como
diría Benedetti, gracias a que fue humanizado pudo caer en la
trampa de un tiempo de inocencia y felicidad de cuando era niño.
Víctor que
fue abandonado muy pequeño no contaba con el lenguaje y una figura que lo
“apadrinara” enseñándole las artes del cazador, Marcos tuvo un Imaginario y pudo
jugar a ser un trampero y cazador, no sin riesgos porque entre otras
cosas pasó hambre, tuvo distintos accidentes, pero pudo orientar su deseo
gracias a que no quedó como sujeto de pura necesidad.
El
deseo de aprender siempre es un deseo orientado
Víctor sujeto de pura necesidad no puede jugar ni desear;
mientras que Marcos por haber accedido a cuidados (aún terribles como los que
tuvo) tenía una manera de orientarse en su deseo, pero también en su afán de
establecer un vínculo posible, pudo aprender los sonidos de los animales y
jugar con ellos.
Podremos criticar cada sistema educativo que se nos ocurra pero el
aprendizaje no es sin ellos como pareciera se pretende, no
es sin el Otro, de la misma manera que el deseo de aprender generalmente
no es sin un deseo de ser. Si nos fijamos en los juegos matemáticos
cuyo paradigma actual son los de computadoras en tanto algoritmos binarios
puros, aún allí se tiene que ofrecer un imaginario porque para apretar las teclas
hace falta ser un vikingo, un griego, estar en una batalla, o tirarle plantas a
los zombies. Algo de ello había escrito en los textos características de los
juegos y cómo podemos convertir una película o un libro en un gran juego para
los scouts.
El escultismo ofrece una ficción a niños y jóvenes,
ella opera como sustrato identificatorio que orienta el deseo de aprender.
Comunmente se lo denomina “Marco simbólico” y es lo que
diferencia los medios que utiliza el escultismo de otros medios que también
pueden orientarse hacia el mismo fin. Solo se puede relativizar la importancia
de dicho Marco que incluye uniformes, insignias, conocimientos y demás, cuando
se parte de una teoría del aprendizaje donde el Otro ocupa un lugar marginal,
porque no es externo sino que se lo localiza en el cerebro como una especie de
hombrecito que es ordenador del Yo. Estos dos casos presentados de los cual hay
abundante bibliografía incluso películas, sirven para pensar los alcances y
límites de algunas teorizaciones que utilizamos o que se han impuesto y no por
casualidad, porque obedecen a la religión americana del Ego y la ciencia de lo
individual (no de la persona).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario