Hoy quiero compartir con ustedes un texto distinto. Seguramente tomare
palabras prestadas ¿acaso alguna de ella no lo es? Nos son donadas de niños para que hagamos un
torpe uso de ellas, en tanto nunca alcanzan para decir lo que pensamos y sentimos.
Siempre me pregunto si existe un SER scout y de qué se trataría ello; trato de
formular respuestas siempre fallidas a preguntas que insisten mas sobre el
modelo que sobre el proceso… después de todo, los adultos somos el resultado final del
escultismo.
Cuando era
niño imaginaba Scoutland como un país lleno de scouts en el que chicos de
distintos lugares, sin importar su condición, vivían extraordinarias aventuras
en lugares extraños, habitados por animales salvajes, remontando ríos o subiendo
montañas donde el espíritu de patrulla y los conocimientos aprendidos nos
permitían sobrevivir las inclemencias
del tiempo y los ataques sangrientos de animales y fantasmas que rodeaban el
campamento por la noche.
Con el
tiempo Scoutland comenzó a incluir a otros pueblos vecinos, nuestro
barrio, donde los valientes caballeros ayudábamos en distintas situaciones por
medio Buenas Acciones y estando prestos a servir a la sociedad de fomento, la
escuela o a la parroquia. En los Raider todo era una aventura… empresas,
diseños, festejos del dia del niño en los barrios, pintada de escuelas,
construcción del hogar maternal de la villa donde las propias mamas serían
cuidadoras, plantación de árboles en el bosquecito frente al grupo… aventura de
salvar que no era más ni menos que salvarnos junto con los otros, la vecindad es un espacio de intercambio que no implica frontera; ella nos permitía generar
cierta porosidad entre el adentro y el afuera de nuestro mundo que no era sin
consecuencias.Finalmente en
los Rovers Scoutland se convirtió en el remanso donde recuperar fuerzas y compartir
con nuestros amigos aquellas acciones que realizábamos cada uno en distintos
ámbitos fuera de nuestro “pequeño mundo” imaginario… la ayuda escolar a los
chicos de la villa, la participación en el centro de estudiantes, el grupo de
guitarra de la misa, el grupo de apoyo a los chicos con discapacidades motoras,
la participación en la vida política de la comunidad… casi tantas acciones como
Rovers, que a veces nos ayudábamos los
unos a los otros en nuestro compromiso a través de proyectos comunes de impacto
social. Desde Scoutland mirábamos la realidad del barrio y la ciudad, la
juzgábamos con los criterios de la Ley Scout y actuábamos generando proyectos
consecuentes a lo que pensábamos… nuestro Roverismo era realista.
Con los años tuve que partir de Scoutland. Elegí al menos por un
tiempo ocupar el lugar de ser quien facilitaba y motivaba que la aventura pueda
suceder, pero ya no era mi aventura… era de ellos. Ya no era mi grupo aunque
estuviera en él, era su grupo, su mundo.
Muchas veces
nos encontramos con los viejos amigos de nuestra Scoutland que son los
compañeros de aventuras, patrullas, empresas, servicios, campamentos… y ¡tantas
cosas! Algunos de nosotros elegimos quedarnos en el Gran Juego para propiciar que la aventura continúe con nuevos
actores y nuevas propuestas desarrolladas por los chicos. El encuentro con los
habitantes de ese país de la infancia en la actualidad se ha ampliado gracias a
la tecnología que nos permite interactuar con quienes no hemos compartido mate,
pero si podemos resonar con nuestras historias del país del cual nos hemos exiliado simplemente
porque al ser grandes, lo que nos toca en este tiempo es asumir en todas sus
dimensiones el compromiso una vez formulado. Ya no somos actores de ese mundo
imaginario, pero la incidencia en nuestra vida real de haber transitado por sus
tierras debe notarse en nuestras comunidades… sino fue un simple juego, más
elaborado que otros, pero un juego sin consecuencias.
El
escultismo de quienes hoy viven en Scoutland es el encuentro del deseo
de los chicos -que muchas veces un
adulto debe ayudar a encontrar- con las propias
marcas que quedaron en el adulto de su paso por ese maravilloso país. El
método y la técnica mediatizan la relación.
La única
relación educativa posible es la que se funda en el amor, que tiene su parte de
engaño, porque el adulto ocupa para el muchacho un lugar
inmerecido pero necesario ¿inmerecido?... y si… ningún adulto es el Ideal
que los chicos depositan en él y estamos en problemas cuando cree que lo es. Ya
no vive en Scoutland y si equivoca en ello, será porque quedó
enredado entre las ruinas de su propio mundo imaginario infantil, algo
que lamentablemente es común y hace que un grupo de personas se crea BP o entiendan
su vida personal como Ideal solo porque se los confirman niños y los jóvenes a
los que dedican tiempo libre y como decía antes, es valerse de un engaño, por lo
tanto autoengañarse.
Una
cosa es recordar el país de la infancia para tomar sus marcas, otra distinta es
la reminiscencia de lo que ya no es, ni será.
Por otra parte ningún niño es el Ideal que el
adulto deposita en él. La vida nos demuestra que nos enojamos con lo
que los otros no son, pero lo hacemos con quienes sí son… quizás somos temerosos en
reconocer que en ellos depositamos nuestros ideales y no prestamos atención a
la diferencia que cada uno aporta al juego. Sus fracasos son vividos como
nuestro fracaso, porque los desconocemos en tanto ocupan un lugar
de prolongación de nuestra propia omnipotencia infantil pero el
problema es que ya somos adultos y los niños no tiene por que reconstruir
nuestra
Scoutland, sino construir la propia. Quizás por ello a los dirigentes/animadores
les gusta adherir a modelos de progresión basados en lo que “deben
ser” en tanto los ubica a ellos como ingenieros sociales diseñadores de
la vida de hombres y mujeres del mañana…. Y no dejan que los chicos se
reinventen con una Ley a la que eligieron adherirse, siendo el resultado siempre
singular, sin estar sujeto a ningún plan preconcebido por un pedagogo ni por un
pack de progresión universal. Es responsabilidad de cada sujeto el cómo se
reinventa, como también de resistir a esa tablita que pretende moldearlo en su
ser.
El
escultismo es una propuesta de vida, Scoutland es el mundo construido donde
por medio del juego se transmite un deseo que tiene varias generaciones, donde
la aventura y la técnica scout se orientan poco a poco hacia el “dejar el mundo en mejores condiciones de lo
que lo encontramos” y para ello no alcanza con hacer un buen tratamiento de
la basura en el lugar de acampe, sino
con aportar a construir una sociedad más vivible para todos.
Pero ¿qué
pasa con los adultos que trabajan voluntariamente para que Scoutland sea
posible? ¿Tienen claro que los objetivos son la ciudadanía activa y la
felicidad colectiva y que los participantes del juego construirán su camino y no
el que el adulto quiere? ¿Acaso algunos dirigentes /animadores participan, como
forma de eludir sus propios temores, cobardías y la decisión de haberse retirado
del fin último, que es cambiar al mundo y por ello se convierten en habitantes de las
ruinas de SU Scoutland, mimetizándose en el juego de los chicos
como modo de ocultar esa decisión vital
de dimitir al objetivo último del movimiento? ¿Acaso esto no influye en la
posición educativa, en la actitud que tienen ante la vida, máxime cuando se recluyen en las
ruinas de la Scoutland perdida de su propia infancia?
Algunos dirigentes/animadores están
convencidos de que dejan el mundo en mejores condiciones de la que lo encuentran
solo por encontrarse los sábados con los chicos, dividiendo su vida cotidiana
familiar-laboral con el “mundo scout”. Si en su vida cotidiana no son ciudadanos
activos en el sentido que BP le da al término, ¿cómo pueden transmitir el deseo
de un mundo mejor? Pueden que realicen una buena o excelente actividad
recreativa bajo un modelo escolar, pero difícilmente transmitan el fin último del escultismo.
Y allí es donde los adultos repiten con los niños y muchachos aquello que decía
Joan Manuel Serrat “Nos empeñamos en
dirigir sus vidas/ sin saber el oficio y sin vocación/ les vamos transmitiendo
nuestras frustraciones/con la leche templada y en cada canción”
Cuando el
adulto habita las ruinas de su Scoutland no puede dirigir/animar un grupo de
chicos scouts porque simplemente fracasa aunque los chicos la pasen buen. Y no
quedarán muchas opciones más que admitirlo haciendo el uso de la autocrítica
necesaria, o negarlo para afirmar lo bueno que somos nosotros y todo lo que nos
debe el mundo por ocuparnos de los niños y jóvenes (que en algunas
organizaciones se reduce, a los que pueden pagar un cuota de pertenencia)
¡hasta tenemos un programa que es mejor que el de la escuela!... y como en
algún lugar de la Biblia lo dice… “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”
Siguiendo la
perspectiva señalada en Rovers de Gilcraft, texto que declina ante la
“ciudadanía activa”, se piensa que el adulto se trataría de alguien bien
establecido en la vida, que cumple con su trabajo, sus deberes familiares y los
sábados mas algún que otro día a la semana dedica tiempo voluntario a los scouts
en una clara referencia a la “ciudadanía pasiva” en tanto se trata de cumplir
con lo que se establece desde el Estado sin importar si el gobierno instituido
o las corporaciones son obstáculo para que la mayor cantidad de gente pueda ser
feliz (definición política básica que el propio Baden Powell sugirió).¡Hasta la
OMMS en vez de “ciudadanía activa” habla de “ciudadanía responsable” que obviamente
no son sinónimos, y no es casual que cambie el sentido de la orientación de BP!
En
las ruinas de Scoutland lo que queda del escultismo en el adulto, es su
declinación. Sin posibilidad de transmitir un deseo de cambio por más
que este escrito como objetivo. Es así que los jóvenes comienzan a creer que
ser ciudadanos es convertirse en grandes foristas debatidores y opinólogos
sociales sin provocar acciones de cambio de forma conjunta. A decir del
piscoanalista Massimo Recalcatti “Hoy todo el mundo habla demasiado. Pero
pocos asumen las consecuencias de sus palabras[1]”,
diferencia
clara entre un escultismo realista y uno parlamentarista, siendo este
último una vuelta más del dedo en el ombligo institucional de un Scoutland
institucionalizada (lo que es lo mismo que decir muerta) que convierte
las vecindades en fronteras con el mundo, simulando otra cosa en la que
se elige creer.
La
preocupación sobre la política de las organizaciones es la contracara de cualquier
política de cambio social por la que debieran orientarse los jóvenes; construye fronteras con el mundo
real y vecindades con la propia Organización que ya no es parte de Scoutland
pero la convierte en un negocio rentable para unos pocos sea en lo económico o
en el “prestigio” que supone ocupar un cargo en la Organización. Los
adultos que viven en las ruinas alientan y apoyan estas cuestiones ¡porque
sino tendrían que mirar la realidad que los rodea y recordar que están allí
para cambiarla, aunque sea un poquito!
Pareciera
que es mejor quedarse embelesado con el sonido de la caracola en el oído que
observar la tormenta que se avecina. Si el conflicto es interorganizacional se
mantiene controlado y nada se arriesga, y viene muy bien para discutir horas y
horas aislándose de la realidad social, relatando aventuras
interinstitucionales vacías que sirven para esconder la “cobardía moral” al
momento de construir un mundo mejor.
No es que muchos
no saben hacia dónde ir ni qué hacer, simplemente declinan a hacerlo y poner el
cuerpo en ello… un dicho de campo en la época que fui maestro rural versa “lo que se dice con el pico se sostiene con
el cuero” y esto no es fácil porque si el propio adulto no fue atravesado por
los valores sociales a los que adhirió difícilmente los niños y niñas puedan usarlos
de la buena manera para orientarse. Si el adulto no participa de su
religión ¿de qué Dios va a hablar? Si no
participa para cambiar la realidad de su comunidad ¿de qué cambio social va
hablar?, si no participa en la promoción de los distintos derechos ¿de qué
defensa de derechos va a hablar? Si permanece inmutable ante una realidad
social que se deteriora ¿cómo podrá transmitir que el otro verdaderamente
importa?
Las
organizaciones scouts no precisan dirigentes que habiten en las
ruinas de su propia Scoutland, sino aquellos que pudieron trascenderlas
para transmitir un deseo que se encarnó en el cuerpo y determina las acciones
en la vida cotidiana.
Cuando los
adultos comiencen a plantearse su rol social más allá de los scouts, ya no será
necesario utilizar a los jóvenes para zanjar cuestiones que por cobardía la
“gente grande” no hace. Por algo en las Organizaciones no se habla de los
adultos más alla de la “gestión” del grupo scout
Cuando en
los Concejos de Grupo se comparta lo que cada uno hace para dejar el mundo en
mejores condiciones de la que lo encontramos, aunque sea poquito como ir a una
huelga, una marcha, trabajar en su Iglesia, organizar alguna cosa fuera de los
scouts… los niños y jóvenes recuperarán su Scoutland, ya no invadida por las
frustraciones de los más grandes que a veces no tienen un lugar donde pensarse
como actores sociales fuera de la planificación de actividades ¿Acaso es
casualidad que pretendamos de los jóvenes aquello que los adultos queremos?
¿Acaso no se usan los jóvenes para dirimir cuestiones de los adultos aduciendo
una mayor participación institucional que suena lindo en los papeles pero que en
la realidad colabora a quitar a los jóvenes de su eje de trabajo EN LA
COMUNIDAD para volcarlo hacia la institución?
Quizás en mi
vieja comunidad Guía Scout fuimos exitosos (una comunidad de barrio en la
periferia grande… para dar una idea con 27 Rovers y 24 Guías de Clan… con
números que se mantenían de ahí para abajo siempre al límite) porque los chicos
veían en casi todos los dirigentes compromisos concretos fuera del grupo, y en
la intimidad los dirigentes compartíamos lo que hacía cada uno… como delegado
gremial, activista en derechos humanos, participación política, participación
eclesial, en el mundo del arte, la música… cada uno con aportes concretos a
la comunidad)… quizás por eso podíamos
transmitir en ese tiempo el deseo de cambio, no por “adoctrinar” sino por
“testimoniar”
La educación
scout no es una educación por objetivos
La educación
scout es una educación por testimonios.
Puede que me
equivoque… pero prefiero apostar a la equivocación.
2 comentarios:
Lo último me recuerda la transición de ideales a objetivos, habrá que plantear realidades que construyan utopía para que después regresen de forma dialéctica. El ir y venir, los objetivos a veces nos constriñen... El escultismo debería encontrar caminos para escapar de ellos.
El ideal bajado a la realidad a través del testimonio.
Completamente de acuerdo contigo Gerardo.
Por tu profesión me permito hacer unas precisiones técnicas
En una parte del texto trabajo el concepto de vecindad como espacio topológico, donde "scoutland" es un punto interior que se relaciona con un espacio abierto, por eso lo pongo en oposición con frontera, que es el lugar donde el conjunto se cierra.
La vecindad aparece con relacion a la comunidad, lo que permite que la realidad y scoutland se encontrarían en relación dialéctica con la marca propia d las distintas edades de los muchachos y sus intereses, tomé una perspectiva clásica de lo que propone el escultismo en sus distintas ramas (al menos en mi pais) como ¿mediatiazadora? de la relacion entre el punto y el conjunto abierto que constituye la comunidad.
De alli la interpelacion del conjunto abierto hacia el punto y viceversa, lo que genera acciones específicas a partir del diálogo.
El testimonio es una operacion que sin ninguna duda incluye al Ideal, pero mediatizado en una accion humana concreta y no por un imperativo del deber ser o deber hacer. Funciona en este punto, por lo que defino como el engaño del amor y la identificacion con el hacer de quienes ocupan el lugar del ideal
Saludos y gracias por la lectura y tu opinion
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