martes, agosto 09, 2016

Cementerio Indio (1974)



Autor: Pablo Romero

    Once almas nómades se trasladaban con los enseres cargados en el lomo, la fila india tenía mas sentido que nunca, porque el sendero era angosto y porque el transito a pie estaba siendo hecho precisamente en territorio indio, el zigzagueante andar de los arqueólogos había empezado 4 horas antes y desde entonces la flora y fauna confirmaba que indudablemente estaban en tierra Chaná. Manojos de paja brava, esteros y lagunas repletas de irupés y camalotes, el chapoteo lo producían las taruchas, dorados y dientudos, las garzas se asoleaban atiborradas de mojarras, los caranchos se lanzaban en picada, sus ojos  y garras certeras hacían blanco en alguno de los innumerables cuises, los caracoleros estaban en su mejor momento, la bajante había dejado las orillas repletas de caracoles, los zorzales, las cardenillas, los mixtos, los horneros y las golondrinas canturreaban de lo lindo, a las nutrias solo se les veía el lomo cuando nadaban entre las correderas que desembocaban en las lagunas, los carpinchos seguramente se encontraban entre los juncos, un espectáculo era ver las bandadas de patos sirirí cuando aterrizaban en alguna laguna bien distante, la yarará enroscada en un arbusto indicaba que por esos lares había que andar con precaución.

    La experiencia iba a ser apasionante, desde la gran ciudad habíamos partido los Tigres y los Águilas con planes de internarnos muchos kilómetros isla adentro, Alazán quien oficiara de jefe de expedición desplegó un mapa y constató con la brújula si estábamos yendo por la ruta correcta, faltaba solo una hora para llegar a destino, nuestra meta en el mapa estaba marcada con una cruz, esta marca no era la típica cruz que se hace cuando uno marca sobre el mapa con un lápiz, la cruz de nuestro destino era una cruz cristiana y estaba impresa al igual que todas las otras referencias, al descifrar las letras chiquitisimas que estaban al pie de esta enigmática cruz, podía leerse “Cementerio Indio”.

    Nuestras charlas siempre habían rondado en torno a las expectativas que producía en nosotros las características históricas del lugar donde íbamos a pasar dos días entre reconocimientos y excavaciones. Lo que nadie decía pero todos pensaban y mas ahora que nos estábamos acercando al lugar, era la sensación de quedar enredados en alguna maldición profética puesto que la noche de ese día la pasaríamos en el mismísimo cementerio indio.

    Almorzamos sentados en el piso aprovechando la sombra de un macizo de paja brava. El tiempo estaba pasando rapidísimo, cuando menos quise darme cuenta, la oscuridad era total, el cielo despejado dejaba ver tantas estrellas como nunca hubiéramos imaginado, el día había sido largo de mucho caminar y gran trajín en el campamento, por ello seria que al momento yo era el único que estaba levantado, muy grande fue mi sorpresa cuando recortada sobre el contraste que producía la luna que empezaba a salir por el oriente veo venir río abajo una canoa de tronco ahuecado con un Chaná en su postura típica, parado con las piernas abiertas y en sus manos una caña larguisima utilizada para dar impulso a la embarcación, .... yo sabia que dormir en el cementerio indio no iba a ser bien visto por las almas que siempre merodean esos lugares, corrí a toda velocidad, de un salto me meto a la carpa con tanta mala suerte que caigo en el pozo que habíamos estado cavando durante todo el día, no podía imaginarme como se les había ocurrido armar la carpa sobre la excavación, la caída se prolongaba infinitamente,  “.... Pablo ....Pablo, te dormiste, ...dale que paso media hora, tenemos que seguir caminando”, fiuuuu .....que salvada!!!! la modorra del almuerzo me había hecho siestar un rato.

    El almuerzo había constado de algunas latas de carne envasada, pan y agua que juntáramos de una corredera por la que habíamos pasado unos kilómetros antes, por entonces como estas excursiones eran frecuentes y algunas duraban varios días ya sea por arroyos, lagunas o esteros del alto delta del Paraná nos vacunábamos contra el tifus y otras yerbas para evitar contraer algún mal proveniente del agua que nos proveíamos de la naturaleza.

    Repuestas las fuerzas, ya casi olvidado el soñado episodio del espíritu del Chaná en su canoa, seguimos rumbo a nuestro destino por la senda sobre la cual desfilaran a pie descalzo muchísimos años atrás los integrantes del pueblo Chaná ya extinto*.

    A pesar de nuestra corta edad que promediaba los 13 años, la vida al aire libre nos había emparentado mucho con los nativos que habían existido en aquella región, ellos vivían principalmente de la caza y de la pesca, y nosotros si bien no nos sustentábamos de esta forma primitiva ya para entonces éramos hábiles en proveernos de la flora y fauna para aumentar los ingredientes para el guiso. La gomera era un adminículo que utilizábamos a la perfección para hacernos de torcazas que agregábamos a la polenta y en la ciudad en las calurosas siestas de verano esta horqueta con sus tirantes de goma y el trozo de cuero que portaría la piedra era excelente para los torneos de puntería, los focos de la luz callejera de la época eran blancos irresistibles, dominábamos el uso del pega-pega que nos proveía pajarracos que corrían la misma suerte que las torcazas, la pesca era nuestro pasatiempo favorito y éramos diestros en el uso de anzuelos, tanzas, boyas y plomadas, cuando la cosa venia de supervivencia, solo llevábamos anzuelos, el resto era muy fácil a la hora de pescar, todos aportaban los cordones de las zapatillas o zapatos que anudados entre si se transformaban en un cordel bastante largo, con algún trozo de rama bien seco casi podrido improvisábamos una boya, y a modo de plomito lo que mejor resultaba era un trozo de espinillo bien verde o alguna piedra, arrancábamos encarnando con insectos, gusanos, caracoles o lo que fuera que siempre abunda en la orilla de un curso de agua, así pues con la pesca no solo habíamos comido todo tipo de pescados sino también rayas, anguilas y cangrejos, para entonces además ya habíamos probado, víbora, iguana y cuises.

    En la zona de islas no teníamos la suerte pero en las zanjas cercanas a la sede de nuestro grupo scout, las ranas también iban a parar a la bolsa. Teníamos dos consignas “todo bicho que camina va a parar al asador” y “nunca tumbes un animal que no estas seguro que te vas a comer”. Cuando acampábamos en lugares menos agrestes que las islas del alto delta, la caza y la pesca resultaba mucho mas sencilla, todo lo resolvíamos con una bolsa de arpillera, allí iban a parar gallinas y verduras de alguna chacra que estuviera en la zona, los animalitos y las hortalizas se mostraban muy mansitas, de lo que había que tener cuidado era de los perros guardianes y de la escopeta del chacarero.

    Esta excursión al cementerio indio tenía como principal objetivo la arqueología y como el proveerse alimento de la naturaleza toma mucho tiempo para el resto de las comidas llevábamos víveres para cocinar.

     Los Tigres y los Águilas éramos dos equipos de un grupo scout y días antes había caído en nuestras manos un mapa muy poco conocido de la zona de islas del alto delta del Paraná, hacia el occidente el mapa arrancaba en la zona de Los Marinos que habitualmente era a la que íbamos a acampar y pescar, esta zona debía su nombre al hecho de que  allí había abandonados un par de barcos de guerra que habían escapado de la segunda guerra mundial, y en su huida mas bien hacia la deserción que escapando del enemigo avanzaron hasta donde la profundidad de las aguas le permitieron, la tripulación que allí desembarcara proveniente de ultramar hizo que los lugareños apodaran la isla del desembarco con el nombre de Los Marinos. En nuestras acampadas en esa región aprovechábamos nuestra habilidad en el uso de las sogas para escalar tremendos barcos, explorar su interior era todo un desafío, el encalle hacia que estuvieran medio recostados en un ángulo de 45° lo que dificultaba mucho el caminar por sus cubiertas, a riesgo de ir a parar al agua, descender o subir las pequeñas escalerillas para ir de una cubierta a otra también era complicado, los pasillos de las cubiertas inferiores los teníamos que recorrer a luz de linterna puesto que la luz solar ya no llegaba hasta allí.

    Hacia el oriente el mapa mostraba una topografía repleta de arroyos y lagunas, en líneas de puntos estaba marcada una senda que se internaba isla adentro, a la mitad de su extensión estaba cortada por un río, justo en esta intersección, una cruz indicaba según las referencias: “cementerio”, esta marca mostraba como la cultura aborigen fue arrasada sin contemplación alguna, el cementerio era real lo que no era real era indicarlo con una cruz cristiana puesto que los Chanás de esos pagos no habían tenido la mas mínima idea de lo que era el cristianismo.

    Esa senda desconocida y la enigmática crucecita del cementerio fue para nosotros como un imán comparable a un mapa de un tesoro escondido en manos de un pirata, aparte mas de uno de nosotros ya estaba totemisado con un nombre indio como es tradición en los scouts y los que dejábamos de ser carapálidas formábamos la tribu Chaná Timbú, por lo tanto nos entusiasmaba mucho recrear nuestro juego en la geografía de quienes considerábamos fueran nuestros ancestros postizos.

    Consultamos con los pescadores mas antiguos que habitaban la isla Los Marinos y nos informaron que aquello no era un cementerio donde enterraban a los muertos, sino lo que quedaba de los asentamientos de una pequeña comunidad Chaná, y así como a la zona de Los Marinos donde estaban encallado los barcos fugitivos le llamaban Cementerio de Barcos a este lugar también le llamaban cementerio indio, de allí que nuestra excursión tomara el carácter de arqueológica. Es muy probable que allí también estuvieran sus restos mortales.

    Faltando ya poco para llegar al enigmático destino cuando a alguien se le ocurrió hacer un repaso de los elementos de acampe que cada uno traíamos en las mochilas, mientras caminábamos el sendero siempre en fila india arranco el Goru diciendo: “la carpa que a esta altura parece pesar una tonelada y me esta partiendo la espalda esta asegurada”, siguió el Cabezón: “el botiquín, esta siempre listo en mi mochila”, continúe yo preguntando “¿Ariel vos agarraste las ollas que yo deje al lado de tu mochila cuando hicimos el reparto?”, .....Arieeel escuchaste?, “....yo, yo... pensé que esas eran las que sobraban y que vos ya habías guardado alguna en la tuya”, se hizo un silencio bastante prolongado, estábamos todos pensando como cocinaríamos arroz o fideos siendo que las ollas habían quedado en el local del grupo scout, rompió el silencio Papa(abreviatura de Papagayo) “¿....Pa... Pa ...Pablo...e.... e...esa ca... ca... caja de pes...pes...pesca que lle...lle...levas en la mano (por suerte embalo de su habitual tartamudeo) es de metal?, antes de contestar no pude menos que pensar como quedaría mi pobre caja de pesca recién restaurada y pintadita después de ponerla sobre la fogata para cocinar, muy a mi pesar respondí que si, “.... ya....ya....es...es...esta so... so... solucionado, cocinamos en la caja de Pablo”, las soluciones que siempre sacábamos de la galera esta vez no me gustaba ni medio.

     Cerca de las 2 de la tarde vemos a la distancia una loma, un solo árbol y la senda que se interrumpía por un río, el fin de la senda en la pequeña barranca hacia ver que ese seria nuestro destino.

.    ...esto tiene menos pinta de cementerio indio que el patio de mi casa!!!, .....dejá de rezongar y veamos si podemos establecer algún patrón de reconocimiento. Ya con el equipo en ronda y reponiéndonos de nuestra sed porque el agua del río que corría a buena velocidad era fresca y bastante limpia, nos dispusimos a dilucidar si ese era el lugar correcto. El muy pillo de Alazán nos dejaba correr en nuestras disyuntivas, luego nos enteraríamos que el ya tenía certeza de que estábamos en el lugar correcto.

    Nada que ver con si estábamos en el lugar indicado o no, pero muy entusiasmado veo que en la orilla del río hay una canoa amarrada a una estaca, y a pocos metros cerca del único árbol del lugar había una bacha metálica de una pileta de las que suele haber en las cocinas apoyada directamente sobre el piso, un poco mas lejos un chancho que al parecer seria del dueño de la canoa, ¡¡¡.....muchachos ya encontramos donde cocinar!!!!!, las medidas de la bacha eran mas generosas que las de mi caja de pesca, el problema que la podredumbre que tenía adentro era espantosa, como el resto no tenían ni medio problema en cocinar en mi caja de pesca, si quería salvarla de las llamas tendría que dejar reluciente lo que nos dimos cuenta era el comedero del chancho. Esta discusión nos había distraído de nuestra incertidumbre de si estábamos en el lugar correcto. Fue entonces cuando Alazán que si bien no era nuestro animador estaba oficiando como si lo fuera en aquella excursión, nos llama y nos dice señalando la loma.... vieron que en la zona de Los Marinos donde acampamos siempre las casas y ranchos están construidos sobre pilotes de madera..... si, obvio, por las crecientes, contestamos algunos, ....bueno, sigue Alazán, esa loma cumple la misma función, ese promontorio no es natural, fue hecho por una comunidad Chaná.... a eso le llaman el “cementerio indio”, que decepción, nos quedamos medio mudos mirando la loma que tendría unos 50 metros de diámetro por unos cinco de alto, .....eso que ustedes ven ahí tiene mas de trescientos años y esta compuesto por una capa de tierra y una capa de pasto, una de tierra y una de pasto y así hasta llegar a la altura donde ni la creciente mas alta les impediría tener sus chozas y hacer sus fogatas... ese promontorio que les permitiría sobrevivir a la creciente les llevaba varios años construirlo, a medida que colocaban tierra y pasto iban apisonando y si a mitad de camino los sorprendía alguna creciente imprevista tenían que moverse hasta alguna comunidad vecina para esperar la bajante que les permitiría continuar con el trabajo, mientras Alazán nos iba contando lo que le había dicho el viejo Zapata cuando nos informáramos sobre el cementerio en Los Marinos, nuestra imaginación empezó a volar y en un momento parecía verse a toda una familia Chaná en la inmensa tarea de construir el terraplén, allí todos estaban unidos y en perfecta armonía con la naturaleza, el río, las lagunas y esteros que se repartían mita y mita con la superficie terrestre, les proveían de todo lo que necesitaban para la subsistencia, su historia mas ancestral les decía que sin el recurso precioso del agua su vida no seria factible y lejos de tomar las crecientes como algo malo habían aprendido a convivir con ellas. Para entonces la cosa ya había tomado la dimensión de nuestras expectativas iniciales, aquel promontorio encerraba una historia impresionante, Alazán nos seguía contando.... los Chaná tomaban de la naturaleza solo lo que necesitaban, cuando un adolescente quería ser considerado entre los adultos, lo anunciaba en la comunidad y luego de una noche de ceremonias y festejos antes de salir el sol tomaba la canoa mas vieja y tendría que viajar muchos kilómetros en total soledad hasta dar con un árbol que tuviera su tronco lo suficientemente grande para con el poder construir una nueva embarcación, solo con ella podría regresar, y demostrarle a los suyos que ya estaba preparado para poder afrontar los desafíos que le deparara la vida, esta prueba muchas veces duraba varios meses, pues una vez derribado el árbol tendría que esperar al menos un mes para empezar a tallarlo y la subsistencia en solitario le robaba casi todo el día, sin haberse asegurado al menos alimentos para varios días no podía darse el tiempo para socavar el tronco, cuando la comida comenzaba a escasear tenía que abandonar la tarea para volver a proveerse y así entre la pesca y la caza la canoa iba tomando forma, en lo que durara el proceso tendría que aplicar todo lo aprendido de sus mayores, procurarse un refugio, proveerse de fuego, y aplicar las artes de la caza y la pesca.... cuando Alazán termino su relato el silencio entre nosotros era total, estábamos plenamente imbuidos en lo que hubiera sido aquella forma de vida tan apasionante, transcurrieron algunos minutos hasta que rompe el silencio el Ale que era guía de los Tigres.... Pablo anda a fregar el comedero del chancho si queres salvar tu caja de pesca de las llamas y el resto vamos a armar el campamento, muy para mi desgracia pude observar que la bacha como toda pileta de lavadero tenía en el fondo el agujero de desagote tapado con un trozo de tronco que oficiaba de tapón y este seguramente no resistiría la acción del fuego, lo que hizo que aceptara que al regresar a Rosario tendría que volver a restaurar mi caja de pesca.



    Mientras algunos armaban la carpa otros ya habían preparado el fogón para cocinar, como yo era el cocinero el tener que sacrificar allí por propias manos mi reluciente caja me hacia ver  aquel pozo con su trípode arriba cual si fuera un instrumento de tortura medieval.

    Para plasmar nuestras aspiraciones arqueológicas habíamos decidido hacer un pozo en el montículo, el que taparíamos antes de irnos para dejar el sitio sin mayores signos de intromisión, para tal efecto contábamos con tres palitas lineman de las que usaran los soldados para cavar trincheras compradas en un negocio de rezagos del ejercito, como habíamos tomado la precaución de afilarlas antes de salir, cavaban perfectamente.

    Toda nuestras expectativas eran ver en el corte del pozo las distintas capas de tierra y pasto por las que estaban formado el terraplén, la gran sorpresa fue cuando luego de los primeros cuarenta centímetros de excavación aparecieron trozos de barro cocido pertenecientes a algún cacharro Chaná, con gran detenimiento las fuimos rescatando y pudimos ensamblar algo parecido a un cuenco.
Setenta centímetros de pozo y seguían apareciendo trozos de arcilla cocida, a pesar de que estaban fragmentadas se conservaban a la perfección, se podía advertir las distintas coloraciones y algunas todavía mostraban alguna guarda decorativa.

    Estábamos en plena tarea de cavar cuando se acerca el Indio(Rubén), este era un personaje de aquellos, súper bromista y rompía los cocos continuamente, su apodo caía a la perfección en aquellas circunstancia, cuando hablábamos de los Chanás a el le decíamos que eran sus parientes,..... muchachos me llevo una pala, me agarraron ganas de cag.... y ya que estamos voy a improvisar una letrina atrás de aquellos pajonales. Aprovechamos la interrupción para tomarnos un descanso y comentamos que ya siendo media tarde era hora de preparar un mate cocido, le pegamos el grito a Juanchiviro(Omar) preguntándole si el pan de cazador que estaba sobre las brazas ya estaba listo, a lo que nos contesta que le metamos pata con el mate porque ya le faltaba poco.

    Estoy regresando de juntar agua del río para hacer el mate cocido cuando lo veo salir al Indio de atrás de unos pajonales a los gritos pelados, me dije para mi .... este se limpio el traste con una ortiga, vino hacia nosotros con la cara desorbitada y pálido como la leche, trataba de decir algo pero las palabras no le salían de la boca, señalaba insistentemente hacia los pajonales y como no hilvanaba para poder explicarnos que sucedía, nos fuimos al lugar, allí había un pozo que seguramente era el que había cavado para la letrina, pensamos que se le habría aparecido alguna víbora, nos señala adentro del pozo y cuando nos asomamos vemos apareciendo entre la tierra la órbita de un ojo y lo que hubieran sido las fosas nasales de un cráneo, nos temblaron las piernas y no sabíamos que hacer, salimos rajando a contarle a Alazán del hallazgo, ni por asomo imaginábamos tener que lidiar con una tumba humana. ....Tranquilos muchachos los Chanás no enterraban sus muertos, los dejaban en algún lugar bien lejano para que los caranchos se hagan cargo de el y la próxima creciente arrastraría la osamenta hasta el infinito, vamos a investigar...., mas tranquilos regresamos con Alazán al pozo, cavamos solo un poco para poder sacar el cráneo y pudimos comprobar que era de un chancho, nos reímos del susto que se había pegado el Indio y regresamos al campamento.

    Estaba viendo como improvisar para colgar la caja de pesca del trípode así le daba curso al mate cocido, cuando Walter grita....muchachos miren quienes vienen allá!!!, apareciendo de atrás de unas pajas bravas por el sendero vemos acercarse a tres raiders de nuestro grupo, como todo equipo traían una cantimplora por cabeza un rifle de aire comprimido y lo mas espectacular ¡¡¡dos ollas!!!, nos cuentan que habían pasado por el grupo a media mañana y viendo las ollas en el local apostaron a que ¡¡¡¡seguro que estos salames se las olvidaron!!!, estos tíos con sus 17 años vivían mas en la isla que en Rosario y la excusa de las ollas no los hizo dudar un segundo en improvisar una salida imprevista, nos dejan las ollas y se van diciendo que habían dejado su campamento en Los Marinos y que a esta altura gran parte del regreso lo tendrían que hacer de noche, no lo podíamos creer se habían caminado una pila de kilómetros solo para traernos las ollas. Sin cadáver humano en el pozo y con las ollas en nuestro poder la cosa estaba perfecta.

    Estábamos terminando de tomar el mate y de digerir el pan de cazador que era un verdadero mazacote cuando vemos aparecer por el mismo sendero por el que se fueran los raiders a un isleño cargando unas cuantas nutrias en una mano y la escopeta en la otra, al tradicional saludo de ...buenas....buenas, le agregamos ...¿se toma un mate calentito?, se agrego a la ronda y luego de las presentaciones nos contó que vivía cruzando el río a un par de kilómetros por el sendero, nos contó algunas historias bastantes tenebrosas del lugar, después de terminar el mate subió el chancho a la canoa y se fue..... ¡¡¡....locooo escucharon lo que contó del chancho!!!!, entre los cuentos que nos había hecho el que nos dejo helados fue el del indio pendenciero, -”cuando chico este isleño, contaban que en la zona por la noche se aparecía el anima de un Chaná y decían los cuentos que para que no atacara a ningún cristiano le dejaban como ofrenda un chancho cada vez que salían a cazar por esa zona. Hacia cinco años cuando él regresaba ya de noche con sus nutrias, encontró al chancho que dejara, muerto faltándole el cuarto trasero y atravesado por una flecha”-. No te podes creer semejante verso dijo el Cabezón, el Ale agarro una de las palas y diciendo que iba a desenterrar los restos del chancho que encontrara Rubén(el indio) enfilo para el pozo, fuimos todos tras el..... y para nuestra sorpresa junto con los huesos del animal encontramos una flecha casi intacta. Al instante se me vino a la cabeza el sueño del medio día, trague saliva y pensé que no podía ser tan supersticioso, ....solo era un sueño, lo que dijo Juanchiviro nos dejo un poco mas tranquilos: ....pero jugate la cabeza que al chancho lo mato un vivo que se quería hacer un flor de asado y lo de la flecha lo hizo para despistar. 
La cosa quedo ahí, un par se fueron a lavar las cosas del mate, dos mas nos fuimos a probar suerte con la pesca y el resto siguieron con la excavación, el Ale se puso a instalar un toldo sobre el fogón de la cocina que estaba casi debajo del árbol, no le gustaban ni medio unos nubarrones que aparecían en el horizonte hacia el sureste, nos quedaban todavía algunas horas de luz, como estábamos en verano el sol no caía hasta pasadas las 20,30 hs.

     Cuando los topos llegaron al metro veinte de profundidad, hicieron un hallazgo muy interesante. Topo le habíamos puesto al rol de cavador, por lo general cavábamos de a tres puesto que eran tres las palas que teníamos, al poco rato de cuando arrancáramos con la excavación alguien dijo....che anda a llevarle un poco de agua a los topos, haciendo referencia a los tres que estaban cavando, de allí en mas, se popularizo el termino.... che anda a hacer de topo un rato,  ....che avisale a los topos que esta lista la comida, ....che no te hagas el bolu.....  vos hiciste de topo una sola vez, ¿....loco y si hacemos una lista de turnos rotativos para hacer de topos?, etc., el Indio, como siempre con sus bromas, decía .... che decile a los sepultureros que vengan a tomar el mate.

    La cuestión que al llegar al metro veinte uno de los topos rescato de entre la tierra la punta de un arpón y varias puntas de flecha, las puntas de flecha estaban hechas con caparazón de ostra puesto todavía se advertía el nácar de las mismas, y el arpón parecía de piedra pero en realidad era ostra petrificada, lo que indicaba que los Chaná en sus canoitas recorrían muchos kilómetros porque ese material recién se encuentra en la zona de Victoria que no esta a menos de cincuenta kilómetros de distancia.

     Como si fuera casualidad, Alazán que había salido a caminar río abajo, regresaba con un manojo de unas varillas muy derechas que según nos dijera eran de Jarilla, traía media docena del tamaño de una laza de unos 2,50  mts de largo, una veintena del tamaño de una flecha, y algunas mas gruesas de 1,20 mts, sin mas tramite nos pusimos a confeccionar lanzas,  flechas y arcos, a las dos primeras le hacíamos puntas bien afiladas que luego metíamos entre las brazas para que la madera se quemara un poco y así quedaban bien duras, a los arcos los improvisábamos con una tanza gruesa de las que teníamos para pescar, esto ya lo habíamos hecho en otros campamentos y organizábamos competencias de tiro, teníamos varias modalidades: tirar a la mayor distancia posible o a ensartar en un circulo que dibujábamos a la distancia, otra era armar con paja brava un bulto al que tendríamos que ensartar ya sea con las lanzas o las flechas. Mientras algunos hacían de topos el resto nos divertíamos con el improvisado pasatiempo.

    Para las 20 hs los nubarrones que habíamos visto en el horizonte los teníamos arriba nuestro, a Germán se le ocurrió que no seria mala idea trasladar la carpa arriba de la excavación, porque si se largaba a llover se nos iba a inundar, la carpa era grande sin piso lo que permitiría tapar el pozo y algunos podrían dormir en el espacio restante, el resto dormiría debajo del toldo de la cocina. A mi esta idea no me gustaba ya que recordé el sueño del medio día y cerraba el porque de la carpa armada arriba de la excavación, no obstante me parecía una estupidez argumentar lo del sueño para hacerlos cambiar de iniciativa, como al resto le pareció muy acertado en un santiamén la carpa fue trasladada.
Estábamos rendidos, por la caminata y el traqueteo del campamento, ya cayendo el sol nos agarro la nostalgia del atardecer, dispusimos todo para pasar la noche, juntamos leña y nos pusimos a tomar mate alrededor del fuego, nuestro animo estaba como el día, ya en su ocaso, un poco en broma y un poco en serio entre mate y mate le dábamos vuelta a la historia del Chaná pendenciero, alguien se levanto y prendió los dos faroles a kerosén que teníamos para alumbrarnos, y ya caída la noche, la cosa había pasado mas a serio que a broma, la verdad que el julepe era generalizado, lo que en otras ocasiones hubiera sido hecho de a uno para entonces había cambiado.... che acompañame a la carpa a buscar tal cosa.... che ayudame a buscar agua en el río.... che iluminame con el farol para ir a la letrina y así todo lo que había que hacer lejos del fuego sin ningún acuerdo de por medio se hacia de a dos o de a tres, ...tenemos que tranquilizarnos un poco no podemos ser tan supersticiosos!!!!.... si, la teoría es muy linda, yo se que las brujas no existen pero que las hay las hay dijo el Ale. Muchachos yo se que todo esto es una pavada.... pero mejor es prevenir que curar... propongo que vayamos hasta lo de Pelay(el isleño de las nutrias) y le pidamos prestado el chancho, desembucho Víctor Hugo que era el mas preocupado y para colmo séptimo hijo varón, este candidato siempre en los campamentos un poco en broma y un poco en serio en las noches de luna llena nos hacia dormir intranquilos por lo de la historia del lobizón. ¿Pablo vos tenés un calendario de pesca en tu caja?, los calendarios de pesca tienen marcadas las lunas puesto que dicen que esto influye para el pique, ....¡¡¡no puede seeerrrr!!!! vociferó Puli con el calendario en la mano, ....pueden creer que para completarla hoy hay luna llena!!!!, ...ya esta, no lo pensemos mas y vamos a lo de Pelay a buscar el chancho, ...mas vale prevenir que curar cerro el Cabezón. Sorteamos entre todos para que dos se ocuparan del tramite, le toco al Puli y al Ale, nos fuimos a la orilla del río el que tendrían que cruzar a nado porque la canoa había quedado en la orilla de enfrente, ya desvestidos, les hicimos con un plástico un buen atadijo para que puedan vestirse del otro lado y partieron a nado uno con el atadijo de ropa y el otro con un farol dentro de una de las ollas para poder cruzarlo sin que se mojara, al rato los vimos perderse por el sendero rumbo a lo del isleño.

    Nos pusimos a cocinar y confiados que vendrían con el chancho el animo estaba mucho mas tranquilo.

    Ya comidos, habrían pasado como 2 horas cuando a lo lejos escuchamos ...arre cochino... arre cochino, ya mas cerca se ve que la buena predisposición de Pelay y con el chanco en su poder tenían ánimos hasta para hacer bromas porque se escuchaba clarito la vos del Ale.... arre cochino... que te vamos a dar bien de comer.... lastima que después vas a terminar atravesado por la flecha del Chaná pendenciero... jajaja... y Puli cantaba Lunita Tucumana que alternaba con estruendosas risotadas. Loco... este Pelay es un fenómeno!!! gritaron cuando ya estaban al borde de la canoa, por suerte estaba esta embarcación para volver a cruzar el río y por suerte el chancho se ve que estaba acostumbrado al cruce, porque sino hubieran ido a para todos al agua, estos dos locos no acertaban con el uso de los remos, sentados ambos en el banco del remero maniobraban un remo cada uno y mientras uno le daba para adelante el otro le daba para atrás, ellos estaban en un mundo aparte,  jajajaj..... jojojojo... y cantaban a dúo la mar estaba serena....serena estaba la mar..., para entonces nos dimos cuenta que no estaban en sus cabales porque giraban en círculos y mientras tanto la corriente los llevaba río abajo....jajajaj ... la mar estaba serena .....serena estaba la mar...., seguían como si estuvieran de farra, nosotros los seguíamos desde nuestra orilla dándole indicaciones de como tenían que remar, terminaron llegando casi un kilómetro mas abajo y los tuvimos que ayudar a desembarcar, el Ale no largaba una botella de ginebra que tenía debajo del brazo, ....loco tomen, decía mientras nos daba la botella.... se las manda Pelay para que empinen unos tragos así se les va el julepe..., se ve que los dos sabandijas vinieron todo el camino sacándose el miedo porque la botella estaba vacía y allí nos dimos cuenta de por que estaban tan alegres.

    Llevamos los dos mamados a la carpa, pusimos las mochilas en el borde del pozo para que no vayan a parar adentro y los metimos en las bolsas de dormir, no terminamos de acomodarlos que ya estaban roncando.

    Tranquilos porque teníamos el chancho en el campamento, sorteamos un turno de guardias por si las moscas y se fueron todos a dormir, como a mi me toco el primer turno de guardia agregue unos leños a la fogata, puse la pava en el fuego para matear y me acomode con la espalda apoyada contra el árbol. La noche totalmente oscura y el cielo plagado de estrellas, por suerte las nubes se habían disipado.



     Estaba por la segunda pava de mate cuando quede deslumbrado por el espectáculo que producía el inmenso disco plateado que empezaba a surgir por el oriente sobre el horizonte, el reflejo que producía sobre el río lo torno de un plata perfecto y resplandeciente, quede totalmente petrificado cuando al igual que en mi sueño del medio día veo deslizarse por el agua la ya conocida figura del Chaná dándole envión a su canoa con una caña, no podía moverme siquiera y mas me inmovilizaba cuando advertía que enfilaba directamente hacia mi, atracó la canoa en la orilla y a paso tranquilo se me fue acercando, en mi desesperación le grite a los muchachos pedidos de auxilio, pero mis palabras salían de mi boca totalmente mudas. Aquel rostro tan amable y sereno me tranquilizo de inmediato, pero mi cuerpo seguía sin poder hacer movimiento alguno, cuando lo tengo enfrente puedo observar que este muchachito tenía casi mi misma edad y con una vos muy agradable me dice: .....hace tres lunas que vengo navegando en busca de este árbol para construir una canoa, pero por lo que veo ustedes están haciendo un uso de el tan loable como el mío ya que seguro estarán aprovechando la sombra que les da durante el día y los repara de la cerrazón de la noche, también veo que sus ramas secas los ha provisto de leña para el fuego, pude mover un brazo y a modo de ceremonia de amistad lo extendí ofreciéndole un mate, lo tomo sin saber que era pero lo sorbió muy despacio demostrando plena confianza en el desconocido, se sentó junto al fuego y empezó a contarme que como aspiraba a ser considerado por su comunidad, había salido como era costumbre entre ellos en busca de un árbol con un tronco adecuado para construir una canoa y solo con ella podría regresar con los suyos, me pregunto si se podía quedar hasta que nosotros nos fuéramos para no dejarnos sin reparo en nuestro campamento, ya habíamos compartido varios mates y como si fuéramos grandes amigos charlamos largo rato, el me contaba de sus cosas y yo de las mías, ya en confianza me dijo que el todavía era un poco joven para la prueba que estaba afrontando pero que se había decidido a pasar el desafío porque estaba muy enamorado de una jovencita de su comunidad y contaba conque si salía exitoso de la prueba seguro que esto iba a influir para poder conquistar su Corazón, ya que estábamos en tren de confidencias le conté que a mi también una chiquilina me robaba el sueño por las noches. La charla se ponía cada vez mas agradable y fue cuando me señalara lo que yo llevaba colgado del cuello, era el medallón de mi tótem, lo levante un poco para mostrarle un trozo de cuero adornado con trenzas y ornamentos del mismo material, llevaba grabado mi nombre de tribu “Castor ingenioso”, le conté que yo pertenecía a la Chaná Timbú, ...somos casi hermanos puesto que yo pertenezco a la Chaná me respondió y mostrando el que el tenía en su cuello me dice que su nombre es “viento que llega lejos”, el suyo era mas trabajado, estaba compuesto de un tejido de alguna fibra vegetal y adornado con pequeñas ostras, caracoles y vértebras de pescado, se lo saco y me lo ofreció, yo hice lo mismo con el mío y con este intercambio sellamos un pacto de amistad.

    ....Pablo.....Pablo, el tema era que hicieras guardia, no que durmieras como un bendito, el Ale que era a quien le tocaba el segundo turno de guardia, con los manotazos que me daba en el hombro me hacia ver que había estado soñando nuevamente, .... ¿que es eso que tenés en el cuello? me pregunta, sorprendido tocando con mi mano el collar de caracoles y ostras que tenía en mi cuello le respondo: ....haa, esto lo hice para no aburrirme mientras hacia guardia y sonriendo me fui para la carpa, sentí una brisa fresca sobre la cara y cuando escuché el tintinear de mi nuevo collar producido por una ráfaga imprevista, reconocí el saludo y levante mi mano diciendo..... “hasta la próxima.... “viento que llega lejos”.


* Queda descendencia mestiza 





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